En las siguientes líneas podréis conocer las características evolutivas de los niños entre el año y los dos años diferenciadas por las siguientes áreas de desarrollo: psicomotora, cognitiva, del lenguaje y socio-afectiva.
Desarrollo psicomotor:
En este ámbito del desarrollo se producen logros importantísimos
que conducirán al niño de 1 año a la consecución de autonomía en las
actividades de la vida cotidiana.
A
esta edad el niño pasa por diferentes fases de desplazamiento desde el volteo y
el gateo hasta que logra caminar él solo. Entre estas fases el niño debe vencer
la dificultad que le supone mantener el equilibrio, primero sobre algún punto
de apoyo (una persona, una barandilla, un mueble…) para finalmente permanecer
de pie sin ayuda alguna. Es en este momento cuando el niño logra dar sus
primeros pasos. A medida que domina la acción de caminar puede ir combinando
dicha acción con otras de manera simultánea, como caminar y volver la cabeza
hacia atrás, portando objetos…
La
posibilidad de caminar le abre al niño un enorme abanico de posibilidades, ya
que le permite explorar el entorno de un modo mucho más amplio. Debemos
facilitarle y animarle su espíritu aventurero, pero siempre bajo la vigilancia
de un adulto, ya que el niño no es consciente de los peligros que le rodean. Al
final de esta etapa es capaz de correr, saltar, dar patadas a una pelota, bajar
escaleras solo…
En cuanto a la motricidad fina del niño a
lo largo de su segundo año, pasando de movimientos torpes a la hora de
manipular objetos (lanzar una pelota, manejar una pintura) a movimientos
precisos. Antes de los 18 meses comienza a sentir curiosidad por los
útiles gráficos y realiza sus primeros garabateos. Le gusta jugar con papeles
(arrugarlos, rasgarlos, hacer bolas con ellos…) y sacar y meter objetos de los
recipientes. Sus movimientos se van haciendo cada vez más precisos. A partir de los 18 meses los trazos son
más firmes, el niño/a puede manejar y controlar la cuchara.
Al final de este año el niño es capaz de
enhebrar una cuerda en un agujero grande, o introducir monedas en la ranura de
una hucha, realizar trazos circulares, en incluso manejar la cuchara.
Desarrollo cognitivo
A esta edad el niño comienza a
establecer sus primeras relaciones con el mundo exterior y aprende a adaptarse
a situaciones nuevas, no sólo utilizando los esquemas que ya poseía, sino
experimentando formas nuevas. Ya no se limita a repetir acciones aprendidas. Es
muy inquieto y curioso y amplía considerablemente sus posibilidades
exploratorias cuando aprende a andar, siente inquietud y deseos por conocerlo
todo.
En este segundo año de vida, las acciones del niño comienzan a caracterizarse
por tener una intención. El niño no actúa porque sí, limitándose a responder a
los estímulos, sino que comienza a comprender las consecuencias que tienen las
acciones, mediante la experimentación y el descubrimiento por ensayo-error.
Comienza también a desarrollarse la
comprensión de la permanencia de los objetos, esto es, comprende que aunque un
objeto desaparezca (porque lo escondamos por ejemplo) sigue existiendo, y es un
buen momento pues para realizar juegos de aparecer-desaparecer. Conoce también diferentes partes de su cuerpo, señala los
objetos de su entorno próximo cuando se los nombramos y reconoce imágenes
familiares.
En torno a los 18 meses, empieza a
realizar pequeñas asociaciones y emparejamientos y entender algunos conceptos
(grande-pequeño, colores…).
Progresivamente irá interiorizando algunas prohibiciones, algunas normas, y es
fundamental tener criterios sólidos sobre ellas porque así estructurarán y
aprenderán pautas de comportamiento.
Esta es una etapa fundamental para el aprendizaje en la que hay
que aprovechar su insaciable curiosidad para enseñarle cosas nuevas. Debemos
saber captar sus intereses ya que es capaz de permanecer mucho tiempo
observando lo que llama su atención.
Desarrollo
del lenguaje
A los 12 meses comienza la etapa lingüística. El niño es capaz de integrar
y relacionar un contenido o idea con determinados objetos. Lo más
característico de esta etapa es un lenguaje especial que se denomina jerga:
emite una serie de sonidos con cierto ritmo y entonación, aunque no todos lo
utilizan de la misma forma. Parece que mantiene una conversación en un idioma
que sólo él mismo entiende. Es
frecuente el uso de onomatopeyas para nombrar algunos objetos o animales.
Debemos respetar esta etapa por la que pasa el niño, pero corregirle repitiendo
el nombre del objeto o animal correctamente para que vaya interiorizando el
nombre real. Sus primeras frases constan solo de una palabra, y al final de
este año el niño es capaz de construir frases de tres palabras.
El lenguaje aún no está muy articulado.
El niño/a se apoya en los gestos para comunicarse porque le falta expresividad
verbal. Las vocalizaciones aumentan progresivamente. A medida que avanza el año
nombra un número cada vez mayor de objetos. Entiende muchas más palabras de las
que es capaz de pronunciar y comprende palabras y órdenes sencillas.
La compresión oral progresa rápidamente
y utiliza una determinada palabra para expresar un amplio contenido que sólo es
comprendido por quienes le rodean, en función del contexto y apoyado por los
gestos. El vocabulario aumenta considerablemente, aunque no todos los niños
progresan al mismo ritmo. Es capaz de responder a órdenes sencillas (recoger,
guardar, buscar, sentarse…) y de combinar algunas palabras (ya está, se
acabó…).
A lo largo de esta etapa irá mejorando
el nivel de comprensión y expresión oral, aumentará el vocabulario y responderá
a órdenes cada vez más complejas.
Desarrollo
socio-afectivo
Al niño de 1 a 2 años le gusta
jugar con todo tipo de cosas, manosear, desmontar, descubrir. Para él o ella,
tocar es aprender. Es muy curioso, observa a los demás y aprende de las
relaciones que establece. El juego es un medio para relacionarse con el entorno
y lo guía, con mucha frecuencia es la imitación del adulto. Aprende de las
relaciones que establece con los demás.
Por eso es importantísimo el afecto, la
comprensión, el cariño y el respeto que le conducirá a sentirse seguro e
independiente.
Al niño de
esta edad le encanta “tener público”, repite todo aquello que sabe que ha hecho
gracia. Es capaz de expresar utilizando diferentes medios, distintas emociones:
celos, alegría, tristeza, simpatía, ansiedad, extrañeza, desconfianza… A
mediados de este periodo puede comenzar a desafiar la autoridad del adulto.
Simplemente está reafirmando su personalidad y autonomía. Por eso su palabra
favorita suele ser “no”, le encanta la provocación y mide su influencia sobre
el adulto.
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